En una apasionante temporada
donde las haya, es perfectamente comprensible que la Fórmula Uno haya marcado
récords de audiencias este año. Y no es para menos. Solo habría que ver el
último Gran Premio de Brasil, en el que Ferrari y Red Bull nos volvieron a
poner el corazón a mil. Una carrera en la que Sebastian Vettel se convirtió en
el piloto más joven de la historia en conseguir tres títulos consecutivos, y en
donde Fernando Alonso terminó a tan solo tres puntos.
Y es que el equipo de Christian
Horner supo reinventarse en el último tercio de la temporada para llevar a
Vettel hasta la victoria final. Evolucionó más que nadie y encontró nuevas
mejoras en el momento clave, a pesar de los quebraderos de cabeza y las paradas
repentinas que provocó en varias ocasiones el alternador de sus monoplazas, dejando
a estos como juguetes sin pilas. Pero
salieron del paso, posiblemente