sábado, 14 de enero de 2017

Antihéroe que te haces querer

Antihéroe querido que te haces querer. Eres tan patético que nos provocas ternura. No queda otra que sentir compasión por ti. Nos encantas.




Es curioso el nivel de complicidad que se puede llegar a tener con un personaje hasta ahora casi inadvertido: James Morgan 'Jimmy' McGill, abogado sin aparentes escrúpulos, quien representará a Walter White en 'Breaking Bad'.

Interpretado por Bob Odenkirk, este abogado de poca monta vuelve como protagonista en 'Better Call Saul', el spin off de la exitosa serie de los mismos creadores Vince Gilligan y Peter Gould.

Espléndida. Al igual que se propusieron romper las reglas establecidas sobre el mal y el bien, volvemos a disfrutar ahora de otra rotura: la no ética laboral. Y es que disfrutamos rompiendo esquemas. De eso se trata para ser competitivo.

Lo sabe muy bien la inagotable creatividad de Jimmy, quien nos despierta varios estados de simpatía desde el capítulo uno. Se le detesta, se le ríe, nos sorprende, le volvemos a detestar con abominables actitudes, y al final se le quiere. Y es que su patetismo es tal, que sólo queda quererle.

Sin darnos cuenta, el cisne negro se quita su capota. Ya no es anti, sino héroe. ¿Lo mejor? Que él no lo sabe aunque parezca lo contrario. ¿Y lo segundo mejor? Que esta primavera ya podemos deleitarnos con la tercera temporada.




Con respecto a la dirección, impecable. Sigue manteniendo los ángulos de cámara imposibles, los silencios inquietantes y el mismo ritmo que se puede sentir en Breaking Bad. El lenguaje irónico se mezcla de maravilla con un lenguaje visual muy marcado.

Ahora, sólo nos queda pensar ¿es mejor 'Better call Saul' que 'Breaking Bad'? Tentaciones de El País, se lo pregunta a uno de sus creadores.


jueves, 29 de diciembre de 2016

Abuelos

En tiempos de paz no se critica. Y como estamos en estas fechas tan angelicales y de buen rollo, me paso al lado bueno para hablar de unas personas muy importantes en nuestra vida. Abuelos y mayores, ya es hora de daros protagonismo.

Es época de recuerdos, reencuentros y recuerdos encontrados. El regazo de la abuela se transforma en cobijo cuando se oye eso de Oh, oh, oh! Cual gallina guarda a sus huevos más dorados. La misma abuela que siempre cree en la opinión e ilusiones de la juventud. Respeto y admiración hacía los jóvenes, más que hoy día se respeta y admira a los mayores.




Creencia en la juventud y respeto por la madurez. Algo que he recordado escuchando la radio esta mañana. Uno de los colaboradores de Carlos Herrera, en su columna de opinión que tantas veces me despierta sin saber aún muy bien por qué, sentenciaba: «....los jóvenes juegan a la política sin saber nada de ella...» Una ráfaga que me ha venido de sopetón y me ha terminado de despertar. Pero volvamos al buen rollo... Esto es otra historia.

Los abuelos. Las personas que mejor conocen los contratiempos de la vida. Suelen ser los mejores capeando los azares del destino. No queda otra, así que no malgastes la poca energía en lo que no se puede. Una filosofía que contrasta con la positividad y fuerza del más menor. Quizás, el equilibrio se encuentre en algo intermedio (valga la redundancia), en saber resignarse en el momento que hay que hacerlo. No antes ni tampoco después. Y es que...«el hombre que pretende verlo todo con claridad antes de decidir, nunca decide», decía el escritor Henry Amiel.

Los abuelos, en masculino y femenino (porque quedan mujeres que también nos damos por aludidas con el masculino sin el menor de los complejos), despiertan en nosotros la calidez y templanza de saber que los estamos haciendo bien. Las personas que, con la fortaleza de los años, gestionan mejor los cambios y golpes de la vida.

Sin embargo, también sienten miedo. Miedo por llegar al final, por peder o simplemente por perder bajo la soledad más absoluta. A veces lo exteriorizan en forma de reclamo de cariño y en otras se preparan para seguir cobijándonos en sus faldas seguras cuando llega un temeroso Oh, oh, oh! Gracias por vuestros cobijos y por reclamarnos atención cuando nos despistamos.



martes, 13 de diciembre de 2016

¡Niño, quédate en el baño!

Cada día paso por este cartel de una marquesina de autobús:




La publicidad forma parte de nuestra vida. Autocontrol. Qué cierto.

Es entonces cuando me paro a recordar algunos de los anuncios con los que convivimos a diario y en los que se respetan, en la mayoría de las ocasiones, las libertades y derechos de todos.

Sin embargo, de repente me vienen a la mente ciertos programas de televisión que contrastan enormemente con el mensaje del cartel de la marquesina. Y pienso: ¿qué sentido tiene que un niño de seis años vea por ejemplo, no sé... Sálvame o Gran Hermano, así al azar, y luego se vaya al baño con anuncios que respetan la educación ciudadana? ¿No sería más bien al contrario? Que el niño visite el inodoro durante el emisión del programa. Porque visto lo visto, últimamente pasan cosas que dan la vuelta a la obviedad más racional.

Por eso, quizás lo que nos quiere decir este cartel sea más bien: ¿entiendes por publicidad lo que deberías entender por publicidad? En otras palabras: «no escribimos medios de comunicación, ni televisión, ni redes sociales, ni mensajes en las puertas de los baños públicos... ponemos publicidad que engloba todo lo anterior». Porque, para bien o mal, nuestro mundo se ha convertido en eso: en publicidad y marketing de por vida. Sea en forma de cartel de marquesina o primera página, que no última.

Así pues, la reflexión se queda reducida a una frase que una vez lanzaron en la carrera, en Producción Audiovisual: «dale al vulgo para comer paja y comerá paja, dale carne y comerá carne». Algo así. Un titular subliminal.

martes, 29 de noviembre de 2016

Escuchar el silencio

Parar para escuchar, parar para entender, parar para disfrutar, imaginar y conocer. Parar no es fácil. Cuesta mucho aunque nos empeñemos en mejorar nuestras trepidantes acciones de cada día, cuando quizás sea hora de educar nuestro silencio periódico.

Puede que la culpa la tengan las campanadas de la iglesia que ahora me despiertan los domingos, o mi empacho generalizado por ir deprisa. El estómago se resiente y se niega a digerir más. El cuerpo me pide a menudo serenidad y descanso.

Hace unas semanas empecé a meditar en grupo. Con lo escéptica que puedo llegar a ser, cada jueves trato de escuchar mi silencio interior. No hay manera. Haced la prueba. Espalda recta, manos descansando sobre el regazo y, a cerrar los ojos. Pensamiento por aquí, por allá. «El sol, la clave está en centrarme en el sol». Que si fuego, calor, amarillo, rayos, galaxia, planetas, presentación del martes. «Mejor hacemos esto y captamos la atención así. Aunque tendría que investigar. Tengo que llamar a, comprar, y preguntar a por.» En fin, imposible. Menos mal que no tengo apenas compromisos en mi vida. Igual la clave sería tener muchos. ¡Ya estoy otra vez! Para los tramposos: pensar en 'no pensar', no vale. Así me quedó claro la semana pasada a mí.




Vivimos en una vorágine de momentos pasados, presentes y futuros que pasan a convertirse en infinitos pensamientos. Llegar a casa, dejar el bolso, las llaves, quitarme los zapatos y escuchar durante cinco minutos silencio. Pues no hay manera de conseguirlo. Menos mal que confío en estas sesiones, que reúnen a personas que sí lo consiguen, aunque hablen de unos escasos minutos.

Quizás se trata de sustituir más que de negar. Puede que la válvula de escape se encuentre en parar como ahora, y escribir. Pero escribir sin pensar mucho, sin dedicar tiempo a políticos, ni sentirse frustrada por lo que vemos a diario en los medios, o incluso comentar una película de no culto. Quizás la clave esté en dejarnos llevar por ésos pensamientos reprimidos que intentamos eliminar. Como dice Lorena: hay que saludarles, verles bien de arriba a abajo y dejarlos ir tranquilamente, si es que quieren irse.

¿A caso mi gata piensa tanto? Y ahí está, tan pancha. Ojalá a veces sólo me dedique a comer, dormir y jugar con bolas de papel, aunque de vez en cuando mi naturaleza me obligue a marcar el territorio.


miércoles, 9 de noviembre de 2016

El show americano y el sueño de Eurovisión

Mi primera sensación al despertarme hoy con el sonido radiofónico fue: ¿qué valores le quedan a la política de hoy día? Donald Trump había ganado pronunciando el mismo discurso. Irónico. Después, me vino a la cabeza la imagen del Chikilicuatre en Eurovisión. Estaba claro que el flequillo más famoso del mundo no guardaba los mismos recuerdos que yo, pero sí la misma relación.




Hubo un día en el que la gente se cansó de tanto amaño y mandó al escenario al personaje más irracional, irónico e irreal del mundo: Donald Trump. Nada que ver con la política, salvo por un detalle evidente, el show que desprende la misma.

Hay que aplaudir a la gran parte de público que se quedó fuera del circo, esperando que bajara el telón para no entrar. Falta aún por confirmar cifras. Quizás por eso, me cueste tanto conseguir datos oficiales del total de abstenciones. Pero lo cierto es que han sido unas elecciones con un índice alto de personas que preferían no reír las gracias de unos y de otros. Como toda esa gente que optó por aprovechar su tiempo en cosas que no sean postrarse frente al televisor en la noche del sábado eurovisivo.

Esta es la impresión que muestro sobre las elecciones más famosas de la tierra, partiendo de los pocos que votaron. El público, harto de lo mismo, buscaba un cambio radical. Un golpe de efecto que volviera a hacernos soñar. La perdida ilusión ha sido el motivo principal de los votos al partido Republicano. ¿Qué sino? Recuperar el entusiasmo y las ganas de los más jóvenes. Encontrar aquellos que nos devuelvan los nervios del primer amor. Perdido ya por políticos vivientes. La misma incertidumbre que nos despertó por unas horas el Chikilicuatre. ¿Qué pasará si es totalmente diferente?

«Los mejicanos traen drogas, crímenes y son violadores»pronunció en su día Trump. Qué inocencia más verdadera y pura del político que no lo es, del novel que acaba de entrar en la casa del lobo.

Nos gusta lo nuevo, lo radical y los mensajes directos y no subliminares. Buscamos esas declaraciones a la cara aunque nos estén escupiendo. Porque admiramos la seguridad, el coraje y la naturaleza —en este caso, hecha a medida— de niños grandes como Trump. Claro que, cualquier opinión a toro pasado...

Las elecciones norteamericanas han demostrado que vivimos en un punto de inflexión. Los medios han hinchado sus buches complaciendo al público europeo. La prensa comentaba encuestas que evidenciaban, aún más, al cuarto poder.

La siguiente lucidez en mi despertar fue en el desayuno: Trump celebraba su triunfo de una manera mucho más apaciguada que los recientes zascas a Hillary Clinton en campaña. La ironía seguía en su línea. Todo había pasado. Tocaba cerrar acuerdos amistosos y comportarse como un adulto. El contraste de actitudes seguía intacto. Pero el show ya no continuaba. La noche de espectáculo eurovisiva se había acabado. El juego había terminado. Tocaba: presentar su paso por el aro, dejar la guitarra, quitarse la máscara y el flequillo de showman.




¿Qué pasará ahora? Pues eso, lo mismo de siempre. Espero equivocarme como miembro del Club Internacional de Soñadores (CIS), al que trato de suscribirme cada día, despierte como despierte.

martes, 1 de noviembre de 2016

Desastres varios y pintos

Empiezo este post a las 21:34 h de este martes, día de todos los Santos. Mañana es día laboral y la mayor parte de los trabajadores volverán a sus camas en un par de horas. Para entonces, aún no sabremos si mañana podremos acudir en coche a trabajar o no. El Ayuntamiento anuncia que hasta, al menos, la una de la madrugada no confirmará si Madrid activa el escenario 3 del Protocolo de contaminación. Lo que quiere decir que, los vehículos con matrícula impar no podrán circular por la capital. Es obvio, la web del Ayuntamiento, colapsada en este momento.

La respuesta de los 'tomadores de este tipo de decisiones' justifican así su demora en publicar sentencia: con motivo del elevado tráfico por las carreteras españolas debido a los días festivos, prefieren anunciar su decisión a la una de la madrugada. Francamente, no lo entiendo. ¿Acaso los atascos de esta noche aumentarán o disminuirán? ¿Las familias decidirán quedarse en la playa? o, ¿es que nos volveremos todos locos y quien sabe si mañana nos darán la baja por trastorno vial?

Atascos de operación retorno o no, no veo el problema en comunicar a los trabajadores madrileños si podrán circular con sus coches por la ciudad más castiza de España. Ah, la multa será de 90 euros. Un pequeño detalle.

Unas líneas escritas por una usuaria y defensora del transporte público, el uso de bicicletas y hasta de patines algún día. Que se anota en la lista de 'Cosas Para Ver' de su frigorífico documentales como Before the flood, dirigido por Martin Scorsese y protagonizado por la barbarie del ser humano frente al cambio climático, acompañado de un abucheado Leonardo di Caprio, quien no hace otra cosa que darle imagen y popularidad a una problemática en la que todos hasta el ermitaño más solitario estamos implicados. Unas críticas originadas por los mismos que opinan que no existe cambio climático, que eso es invención del ser humano. Tan anchos. Cualquier propaganda política sirve. Aunque no son los únicos en darle un cachete al actor estadounidense...





La tercera mención de este post, va dirigida al fotógrafo J. Henry Fair, noticia la semana pasada en los medios habituales. Sus fotografías capturan desde el aire, los desastres ambientales en los que la acción del ser humano tiene mucho que decir. Otra de las miles de maneras para llamar la atención de todos los que, tras un apacible puente, tratamos de informarnos de si podemos usar nuestro coche o no para ir a trabajar.


Herbicide


United States


Arctic Iron Mine


United States

Podéis disfrutar e incluso, quien sabe si comprar, sus obras más destacadas en su colección de fotografías de la galería Saatchi Art.


sábado, 15 de octubre de 2016

No se trata del tiempo que va a hacer mañana, sino del crowdfunding

Vivimos en un momento en el que la financiación de los medios se revoluciona constantemente. ¿Quién será el periódico digital que mueva ficha primero? Abrir el camino del resto supone una gran responsabilidad. Por eso, destacan diarios como The Correspondent.

El crowdfunding (micromecenazgo) ahora traspasa sectores en los que parecía imposible romper con sus anquilosados modelos de negocio. Es el caso de la prensa. Este diario holandés es la prueba de que la publicidad puede ser sustituida por la financiación de todos sus lectores. De hecho, el 90 por ciento de los ingresos en The Correspondent provienen de sus suscriptores. 

¿El secreto? Formar una comunidad entre periodistas y lectores. Periodismo interactivo, que se dice. Los suscriptores tienen el derecho de recibir un servicio 'público', con temas que se salen de las corrientes diarias y ordinarias de los demás rebaños de diarios. Cubren temas con un impacto diario para los lectores. No se trata del tiempo que va a hacer mañana, sino de cómo va a afectar éste en nuestras vidas. Un paso más que apenas lo cubren unos 20 periodistas más freelancers, quienes publican únicamente alrededor de unos cinco artículos diarios de 2.000 palabras aprox.

Una fórmula que atrae a miles de socios nuevos al mes. En septiembre, su termómetro está en los 47.000 suscriptores de pago. De ellos viven y para ellos informan.

¿Lo mejor de todo esto? Ellos solos se auto-publicitan con el 'post a post' de este blog y muchos otros sitios web, deseosos de andar por la senda marcada. Cuando la alcancen, el diario que vuelva a ser noticia será el que vuelva a encontrar otro camino mejor. Sin más.




¿Cómo repercute esto en las empresas? ¿En la comunicación corporativa? ADAPTACIÓN Y RESILIENCIA. No veo otra salida. Pensaremos en la fórmula mágica, cuyo ingrediente principal no se me ocurre otro que ayudarles a crear contenido verdaderamente de calidad, sin que aparezca siquiera el nombre de nuestra empresa. ¿El fin? Ofrecer un interés real y útil para el lector, no una venta. Porque hay necesidades reales que interesan (que no sabemos) y la solución la tienen muchos productos y servicios.

El crowdfunding en los medios y su repercusión en la comunicación corporativa: carne de cañón en un nuevo post.