¿Deberíamos calificar de adicción la intensa devoción de los consumidores por el iPhone? Es lo que se pregunta el escritor Martin Lindstrom en el suplemento Negocios de El País.
Según su reciente estudio realizado con imágenes tecnológicas indica que “términos relacionados con las drogas como ‘adicción’ y ‘dosis’ no son tan científicamente precisos como una palabra que usamos para describir nuestras relaciones personales más valoradas. Esa palabra es ‘amor’”. Un amor que podemos compartir en la comunidad conocida como iPhoneLovers.
Y es que según parece sentimos algo parecido cuando tenemos cerca uno de esos dispositivos que reconocemos inmediatamente cuando vibra o resuena. Un sonido que, como indica Lindstrom, ocupa el tercer puesto entre los 10 sonidos más conmovedores y poderosos del mundo, por detrás del tono de Intel y la risa de un bebé.
¿Qué se te olvida el iPhone en casa? Desastre. Más te vale que vuelvas corriendo a por él, porque enseguida notarás los síntomas de aislamiento, soledad y la estresante sensación de estar incompleto.
Además, la nueva tecnología no solo nos hace la vida más fácil, sino que está cambiando a pasos agigantados las respuestas naturales del ser humano o lo que también denominamos instintos del ser humano. Este escritor norteamericano realizó también un experimento con bebés. La consecuencia de coger por primera vez un móvil es intentar manejarlo a través de la pantalla táctil sin que un mayor les advirtiera de su uso. Claro, que le diría al señor Lindstrom que cualquier bebé tocaría todo de una fina pantalla ausente de teclas. Su respuesta no la podré conocer, pero seguro que me lo aclararía con mucha educación.
En fin, si queréis conservar a vuestras queridísimas parejas, cuyo rival permanece acechando en el bolsillo, más os vale que os escondáis con el iPhone en algún motel de carretera para pasar esas noches pegados al gran amante de Apple. Por su puesto, otra opción es practicar el arriesgado ejercicio de apagarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario